ENTRE ALMENDROS Y ATARDECERES.

La pasada semana cayó una ligera nevada en Zamora, aunque en principio cuajó poco a poco la nieve fue desapareciendo, ante la posibilidad de que las heladas acabaran con las flores de los almendros me trasladé al camino de la Aldea; lo que menos podía imaginar era el cielo me brindara un atardecer espectacular. Así que fui buscando flores y me encontré con estos atardeceres, sin que los almendros hayan perdido el protagonismo.

Postdata: Recomiendo ver las fotos en formato completo.

Anuncio publicitario

REGRESO AL TEJEDELO

Hay lugares que ejercen una atracción mágica, que cuando se conocen vuelves una y otra vez,  te atraen como un imán, produciendo una sensación liberadora, te hacen olvidar tus preocupaciones y te centras en sentir tu entorno: escuchar el agua correr, oler el bosque, admirar el porte y la edad de muchos árboles, incluso observar como una sencilla roca cubierta de musgo crea un pequeño ecosistema. La naturaleza en estado puro.

Todo lo anterior se cumple en el Tejedelo de Requejo. Un bosque con abundancia de tejos, hay más de cien que son milenarios, algunos de gran porte que son los más visitados. Situado en la ladera de una montaña con arroyos que recorren el bosque irradiando su humedad, no solo a los tejos, sino también a los abedules, acebos, servales de los cazadores, avellanos, sauces... Un ecosistema singular que cuando te adentras en él parece que te envuelve.

Hacía unos dos años que no iba al Tejedelo, siempre había ido en primavera y en verano, pero tenía ganas de verlo en invierno cuando la mancha de los tejos destaca más en el bosque, ya que excepto los acebos el resto de árboles son de hoja caduca. Además las últimas veces los arroyos apenas si corría el agua y en verano apenas nada. Hacía poco tiempo había nevado en la zona y todavía quedaban pequeños zonas con nieve, pero en el sendero me encontré con la sorpresa del hielo, lo que en muchos tramos me obligó a caminas entre el brezo, ante el riesgo de una caída. Sin contratiempos, después de subir al mirador para ver una panorámica del bosque bajé al interior, con arroyos rebosantes de agua y un frescor repentino que me obligó a ponerme ropa de abrigo. Me acerqué a la zona de los dos tejos más impresionantes, uno de ellos ha perdido una parte de la corteza, imagino que de forma natural. Quizás sea una muestra de la vejez. Después de hacer el recorrido regresé a mi destino. 

Volveré.